Esa ley dio marco a la creación del programa de puesta en valor y funcionamiento no sólo del Château Frontenac y Royal, cuyo objetivo era atraer inversiones de capital privado para garantizar la preservación del patrimonio arquitectónico y, a tal fin, la generación de puestos de trabajos.

La exigencia, sin embargo, es en relación a la situación estructural del inmueble y a los términos que estipula la normativa municipal nº 9364.

En ese sentido, vale destacar que el Château Frontenac está contemplado en la ordenanza nº 10.075 de preservación patrimonial, por lo cual su restauración deberá realizarse con extremo respeto de sus características y materiales originales.

La construcción data de 1912 y fue llevada a cabo por Adán Gandolfi a pedido de sus propietarios, Antonio Leloir y su esposa Adela Unzué. Originalmente se llamó “Villa Kelmis” y, hasta 1920, recibió diversas ampliaciones con la intervención sucesiva de los profesionales Alula Baldassarini y Alejandro Bustillo.

En 1960, en tanto, se le anexaron dos cuerpos de habitaciones sobre las calles Alvear y Moreno.

Y, a decir del historiador Roberto Barilli, su arquitectura combinó dos estilos bien diferenciados: el más puro renacimiento español hasta el colonial y el genuinamente francés.