“Durante el verano – recordó - se detectaron algunas fiestas irregulares más que nada en una casa de la calle Urquiza que era alquilada por sus dueños supuestamente sin saber que se la utilizaba para estos eventos”.

A continuación, reparó: “a veces nos enteramos con antelación, pero no podemos actuar antes del inicio”. “Entonces – puntualizó - hacemos la espera afuera del inmueble para luego poder realizar los controles de alcoholemia, documentación y habilitaciones, etc”.
“Así se logra parte del objetivo”, dijo Bruzetta.

Sin embargo, después contó: “hace dos semanas nos encontramos con una celebración privada en un predio que se encuentra pasando la caminera de El Soldado. Se trataba de un camping en el que había entre 300 y 350 chicos que habían alquilado el lugar y lo habían preparado con luces y sonido”.

“Como ese sitio no estaba habilitado para tal fin – informó el funcionario - clausuramos la fiesta, secuestramos alcohol y llamamos a Minoridad, que se hizo presente y constató la presencia de unos 50 menores”.

Y concluyó: “la realidad es que frecuentemente nos encontramos con encuentros donde hay canilla libre, ruidos molestos y baile en espacios no autorizados. Por ende, tratamos de sofocar todos los intentos para que esto no se convierta en una moda”.