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"Se celebró otro 1º. de mayo en conmemoración del Día Internacional del Trabajador, aunque en nuestro país no hubo ni hay mucho que festejar"

Por Marco Antonio Leiva

Referente de Identidad Peronista

Y en la víspera del feriado que cayó un domingo reforzando su carácter gris, Hebe de Bonafini representó con envidiables lucidez y coraje a sus 93 años de edad la voz de los argentinos en su mayoría al lanzar duras críticas contra el gobierno de Alberto Fernández, poniendo especialmente el foco en la gestión del ministro de Economía Martín Guzmán. Más allá de los exabruptos, que son típicos de su personalidad combativa, Hebe dijo lo que muchos pensamos en el acto por el 45º. Aniversario de Madres de Plaza de Mayo, anunciando que no iba a haber un Día del Trabajador muy feliz para el pueblo que trabaja.

La gestión de gobierno es decididamente mediocre, con mucha indecisión y repleta de claudicaciones. Y eso resulta hoy, a casi dos años y medio de la asunción de un gobierno en cuya llegada había estado la esperanza de millones, en una situación económica que es indefendible desde el discurso. Cuando Hebe de Bonafini habla de “trompear” al ministro Martín Guzmán —al que califica como mucho más de los yanquis que de nosotros— y acusa al presidente Fernández de mentir y de “patear para el otro lado”, esta madre de todos los argentinos no habla como opositora, no lo es. Habla desde el lugar del que tuvo fe y se vio defraudado por los propios. Nadie podría sentirse traicionado por el enemigo.

La valoración de una gestión de gobierno no mide su calidad en el discurso ideológico ni en las intenciones, que siempre son muy buenas. Un gobierno es un buen gobierno en la medida que sus decisiones políticas mejoran las condiciones objetivas de existencia de la mayoría del pueblo. Y eso es precisamente lo que hasta el momento no hicieron Alberto Fernández y su equipo de ministros con Martín Guzmán a la cabeza: la gestión de gobierno es mediocre y es directamente mala porque la calidad de vida del pueblo argentino en su conjunto viene deteriorándose día tras día en los últimos treinta meses.

El problema empieza por la inflación, la pesadilla de las clases trabajadoras populares y medias que no cuentan con instrumentos para defenderse de la licuación de sus ingresos por el alza generalizada de los precios. Empieza el problema por ahí, porque el poder adquisitivo del salario es cada vez más bajo y eso es un ajuste a todas las luces. Si la moneda nacional vale menos todos los meses cada vez que se anuncia el índice oficial de inflación y ni siquiera se salvan los trabajadores registrados, puesto que no hay paritarias que alcancen para ganarles a los aumentos que se ven en las góndolas reales en cualquier supermercado de barrio, entonces en determinado momento el trabajador empieza a trabajar apenas para ser pobre, simplemente para no caer en la indigencia.

Eso en el caso de los trabajadores registrados, que por supuesto es el mejor de los casos, ya que para los informales y los autónomos la situación es aún más dramática. No hay quién se salve del brusco descenso en la calidad de vida, en el pueblo el contexto no favorece a nadie y perjudica con fuerza inusitada a los más vulnerables de nuestra sociedad. El gobierno que llegó a resolver el problema no solo no lo hizo, no resolvió nada, sino que además lo terminó profundizando.

Las razones de ello son múltiples y nadie va a negar que hubo ya desde el comienzo del gobierno de Alberto Fernández una contingencia global para complicar aún más la cosas, nunca es fácil sostener la estabilidad económica de un país en un contexto de pandemia que necesariamente frena la actividad de la economía. Pero la pandemia ya terminó al menos en términos de impacto sobre la actividad y desde entonces tampoco se ha visto mejorar sustancialmente la calidad de vida de los argentinos. Aquí hay mucho más que una contingencia, también hay una voluntad política que está escaseando.

Eso también es innegable y por momentos parecería que no hay realmente voluntad de controlar efectivamente la inflación ni de recomponer los ingresos de los trabajadores, es como si el ajuste resultante de la suba sistemática de los precios fuera un ajuste deseado, buscado por el gobierno. Eso es lo que dice Hebe de Bonafini cuando acusa a Alberto Fernández de “patear para el otro lado” y expresa su deseo de ponerse agresiva con el ministro Martín Guzmán. Hebe se exaspera porque a veces ve debilidad y otras veces ve una mala praxis deliberada, o que por lo menos se percibe como tal. Y es comprensible.

La resolución de los problemas económicos y de los problemas en general es una simple cuestión de voluntad política. Si bien es cierto que el poder fáctico pisa fuerte y quiere siempre imponer su voluntad y sus intereses sobre el conjunto de la sociedad, no es poco lo que puede hacer un gobierno en el Estado cuando tiene la voluntad política de transformar la realidad. En una coyuntura tan o más compleja que la actual, Néstor Kirchner tuvo la voluntad y tomó la decisión política de ordenar por decreto aumento en los salarios para recomponer rápidamente el ingreso y, por lo tanto, el poder adquisitivo de los trabajadores.

Y después de eso, por cierto, muy bien asesorado por un Roberto Lavagna que estuvo a la altura de las circunstancias, Kirchner supo estabilizar la economía corrigiendo los desequilibrios causantes del sufrimiento de las mayorías populares. No hubo milagros, solo decisión política de enfrentar la problemática con decisiones concretas tendientes a su resolución. De eso se trata, al fin y al cabo, precisamente, de tener esa cuota suficiente de poder político en el Estado para equilibrar la verdadera correlación de fuerzas frente al poder fáctico y representar correctamente los intereses de quienes votan para darse un gobierno propio.

No se les pide a Alberto Fernández y Martín Guzmán que saquen conejos de la galera como si fueran magos, no se les pide que hagan milagros de ningún tipo. Lo que pedimos los que somos los propios es que los nuestros tengan la voluntad política de resolver los problemas en orden de importancia: primero la recomposición del ingreso de los trabajadores y de las clases medias para que nadie esté en la precaria situación de tener que rascar el fondo de la olla; luego la estabilización de la economía nacional en sus variables macro, con el objetivo de que la intervención en la puja sea cada vez menos necesaria y frecuente; y, por último, las políticas expansivas con las que las mayorías populares puedan al fin volver a avanzar, exactamente como ocurrió a partir del año 2005 en nuestro país.

Néstor Kirchner tomó decisiones fuertes en los dos primeros años de su gobierno para apagar el incendio en una Argentina que había quedado devastada tras los hechos del año 2001, la posterior salida de la convertibilidad menemista y la correspondiente caída brutal de la economía nacional. Una vez lograda esa pacificación de la sociedad con el pan garantizado sobre la mesa, Kirchner generó las políticas públicas expansivas que fueron la inversión desde el Estado en obra pública y el fomento a la producción, lo que en un primer momento redujo la desocupación, trajo el pleno empleo y en el tiempo hizo subir los salarios muy por encima de la inflación, que también estaba bajo control. Y allí se construyó el ciclo de mayor felicidad para el pueblo argentino desde aquella década de reivindicaciones del peronismo entre 1946 y 1955.

Lo que hoy llamamos “década ganada” para denominar el periodo que va del 2003 al 2013 es simplemente fruto de la voluntad política aplicada a la gestión por un gobierno que no tuvo miedo de tomar decisiones. Muchos decían que después de la debacle del 2001 la Argentina no iba a volver a levantarse, que estábamos condenados a ser un país inviable por la propia naturaleza terminal de la crisis que nos embistió entonces. Pero los argentinos nos pusimos de pie —de verdad, no en sentido figurado para hacer un discurso vacío de sentido y no anclado en la realidad— contra todo pronóstico y tuvimos una época gloriosa. Todo eso porque hubo un gobierno con voluntad política y con coraje para tomar las decisiones que el pueblo quiere y exige de sus dirigentes.

Hebe de Bonafini no es opositora, ningún peronista lo es. Lo que hacemos los que en el 2019 trabajamos con alegría por el triunfo de Alberto Fernández sobre Mauricio Macri es exigir de nuestros dirigentes ese coraje, esas decisiones y esa voluntad política. No lo hacemos para desestabilizar al gobierno ni mucho menos, todo lo contrario. Lo hacemos para que se estabilice de una vez dándole al pueblo argentino lo que se merece, lo que demanda. Bien mirada la cosa, opositor es el que en una situación de indecisión y tibieza como la actual elige callar, porque si el gobierno no empieza a dar respuestas concretas en las próximas semanas seremos todos atropellados por la vorágine electoral y entonces ya será tarde para evitar el retorno de los que se fueron y no deberían volver jamás. Es ahora o nunca y si Fernández o Guzmán necesitan un cachetazo para que arranquen a tomar decisiones, se lo vamos a dar. Pero que arranquen de una vez porque el tiempo apremia.

Aclaración: La opinión vertida en este espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.

Efemérides - 03 de Mayo
1951Muere el poeta, político y director de cine, Homero Manzi
Día de San Felipe y San Santiago
Día Mundial de la Libertad de Prensa
Día Mundial de la Milanesa
1469Nace el historiador, filósofo y político italiano, Nicolás Maquiavelo
1785Nace Vicente López y Planes, autor de la letra del Himno Nacional Argentino
1816El congreso de Tucumán designa Director Supremo de las Provincias Unidas a Juan Martín de Pueyrredon
1902Se funda la ciudad de San Carlos de Bariloche
1909El científico alemán Paul Ehrlich anuncia el éxito de su medicamento contra la sífilis
1919Nace el cantante, Pete Seeger
1928Nace el dirigente del radicalismo, César "Chacho" Jaroslavsky
1933Nace el cantante estadounidense, James Brown
1935Fundación del Centro Universitario Marplatense
1940Fundación de la Escuela Nacional de Comercio N“1 Manuel Belgrano.
1965Se hace la primera transmisión de TV por satélite
1975Nace el ex futbolista, David Beckham
1984Nace el futbolista, Hernán Lamberti
1989Nace en Mar del Plata la panelista de TV, Mica Viciconte
2007En un hotel del Algarve (Portugal) desaparece de su habitación la niña Madelaine McCan
2012Murió Humberto Volando, ex titular de la Federación Agraria Argentina
2013Murió Arquímedes Puccio, jefe del clan familiar que se dedicó al secuestro de empresarios en los 80
2019Murió el dirigente peronista, Juan Carlos Dante Gullo
2021Murió el ex futbolista, Rafael Albrecht