En una entrevista concedida a Cazador de Noticias, Romina Pinilla detalló: “en lo particular hice cinco años de servicio social con residencia en salud; estuve un año en IREMI y me presenté al examen de administrativos del CEMA porque creí que era una buena oportunidad de inserción laboral”.

“En el escrito – prosiguió la aspirante – saqué un 84,75, por lo cual quedé quinta entre las más de dos mil personas que acudieron para ser evaluadas”.

A continuación, en tanto, dijo: “con el resultado en mano, que daba cuenta de mi inclusión entre los 200 mejores puntajes, pasé a la entrevista personal, una instancia que dejó mucho que desear pues indagó en aspectos al menos extraños en comparación con lo que habitualmente supone una entrevista de empleo”.

“Por citar un ejemplo – destacó Pinilla – a mí me preguntaron mucho sobre mi estudio, pues al parecer no querían gente preparada a nivel terciario o universitario. Les dije que hacía siete años que había dejado la carrera sin intenciones de continuarla pese a que me faltaba muy poco para terminar”. “Pero aunque repetí que no quería completar mi formación no me creyeron”, subrayó.

Al finalizar el repaso de su experiencia, la joven comentó: “el 27 de julio se publicaron los nombres de las 70 personas que pasaron a una etapa agregada, no reglamentada en el decreto, y yo no aparecí”.

“Lo curioso – señaló Pinilla – es que los seleccionados fueron publicados por orden alfabético, no de mérito. En consecuencia, me acerqué a la Oficina de Descentralización para saber en qué criterio se habían basado y qué puntaje había obtenido como para quedar al margen”.

A su turno, María Paula Arévalo indicó: “yo atravesé circunstancias muy similares. Por eso, en las presentaciones que hicimos hasta el recurso jerárquico de nivel administrativo, planteamos básicamente que este concurso fue viciado en todas sus etapas pero que la irregularidad fue aún más notoria en las entrevistas”.

“Para nosotros – amplió la postulante – no hubo correlato con la etapa principal del examen, que claramente buscaba un perfil jurídico en el empleado administrativo”.

Y continuó: “lisa y llanamente la etapa de las entrevistas fue un desastre, ya que hubo un cuerpo evaluador que no estaba identificado, nos hicieron preguntas capciosas o nos plantearon situaciones o problemas que no hacían a la cuestión; e, incluso, el Sindicato de Trabajadores Municipales no llevó veedores, aduciendo que no tenía gente”.

“Pero lo que más me molestó – remarcó Arévalo – fue que, después de haber estudiado un módulo de 200 páginas durante más un mes, me dijeran que un administrativo de la Municipalidad estaba hasta para limpiar el piso”. “No fue una acotación seria”, se quejó.

En consonancia, a continuación, manifestó: “cuando salí de esa entrevista, me encontré con muchas dudas, entonces intercambié sensaciones con otros compañeros a los que les sucedía lo mismo y entre todos llegamos a la misma conclusión”.

Por último, consultada por las respuestas de los funcionarios a sus planteos, Arévalo respondió: “sinceramente veo bastante sacado a Santiago Bonifatti. Cuando lo cruzamos nos dejó en claro que estaba muy enojado por las presentaciones que hicimos y porque habíamos recurrido a los medios”.

“De todas maneras – completó – nosotros le repetimos que no cortamos rutas, que tampoco militantes políticos y que, si hacemos este reclamo, es porque nos sentimos estafados y defraudados por este proceso de selección de personal implementado para cubrir puestos en el CEMA”.