Según estudios desarrollados en torno a la problemática, entre el 1 y el 2 por ciento de la población está predispuesta a la ludopatía.

“La cuestión es que el juego de azar es tan antiguo como la cultura misma: los primeros indicios son dados confeccionados con piedras o huesos que datan de 2600 AC. Su transformación es entretenimiento masivo fue el resultado del empuje al consumo propio de la época contemporánea, que, a su vez, lo puede convertir en una adicción, en algo que “intoxica” a quienes lo practican”.

Así lo entiende la psicóloga Luz Mariela Corlietti, codirectora de la ONG Entrelazar, que contiene y asiste a los ludópatas en el difícil camino de abandono de la compulsión.

Además, de acuerdo a lo que se explica, el adicto al juego desarrolla una incontrolable necesidad de desafiar al azar y experimentar la adrenalina que le brinda la posibilidad de perderlo todo, dos condimentos explosivos que, una vez en tratamiento, extenderán la lucha de por vida.

La enfermedad se asocia a condiciones particulares y familiares y nada tiene que ver con la búsqueda o la falta de dinero; sí con algo del orden afectivo. Entonces, lo que se propone como una diversión “para todos”, una actividad legalizada que permite dar rienda suelta a la ilusión de una satisfacción o ganancia y hasta de una posible salida mágica, con el dinero como motor, fin y medio, se trastoca en un circuito infernal de pérdidas y necesidad de recuperación.

Al tratamiento llega un arco de pacientes que va desde los 18 hasta los 80 años. Los más jóvenes son los que se vuelven adictos mediante Internet, un factor que preocupa a los especialistas por las facilidades que ofrece, las carencias en el control y las oportunidades que brinda a los menores.

Al respecto, la psicóloga Florencia Scampi afirmó: “el adicto al juego llega al tratamiento después de haber tocado fondo, cuando ya está al límite en una situación económica o familiar que no puede resolver”.

Y agregó: “vemos con preocupación que, mientras el Etsado quiere atacar la cultura del tabaco y el alcohol, no toma medidas para detener la ludopatía, que es una adicción socialmente aceptada y tal vez mucho más dañina”.

Asimismo, sugirió: “lo aconsejable para dejar de jugar compulsivamente es solicitar la asistencia de un psiquiatra, que es el profesional adecuado para detectar la patología de base y tratarla“.

Vale destacar que, como la mayoría de los adictos, los jugadores compulsivos llegan casi obligados a la instancia de rehabilitación, porque sus familiares insisten. Se los entrevista y, a partir de ahí, se evalúa si merecen una terapia grupal o individual.

TERRENO FÉRTIL

Que un sujeto se vuelva adicto al juego no depende de la oferta. Sin embargo, desde antes del año 2000, asistimos al crecimiento sostenido de las salas y a una respuesta masiva, que torna más completa la tarea de recuperarse.

De acuerdo a una encuesta realizada por la consultora Ibarómetro, el 42 por ciento de las personas cree que el aumento de la oferta de lugares de juego fomenta la adicción.

Hoy, en territorio bonaerense, hay 3.070 agencias oficiales de lotería, 46 bingos, 46 oficinas de apuestas hípicas, 11 casinos y 5 hipódromos, lo cual no representa un dato menor.

LA LUDOPATÍA EN NÚMEROS

- Total de llamadas: 1250 (de enero a noviembre de 2011)
- ¿Quién llama? El propio jugador (74%) – Pareja (8%) – Hijo (7%) – Madre / Padre (2%) – Otros (9%)
- Afectados por edad: menos de 20 años (1%) – de 21 a 30 años (11%) – de 31 a 40 años (34%) – de 41 a 50 años (38%) – de 51 a 60 años (11%) – más de 60 años (5%)
- Afectados por sexo: masculino (51%) – femenino (49%)
- Juego predominante: tragamonedas (88%) – ruleta (21%) – bingo (8%) – hipódromo (4%) – poker (1%) – Ns/Nc (1%)


Fuente: El Día
Redacción: Cazador de Noticias