Una de las instituciones en problemas es la Escuela Primaria de Jóvenes y Adultos nº 710, que funciona en el edificio del Colegio Don Bosco desde hace quince años. Allí, en las seis secciones del turno noche, se dictan clases a cerca de 150 adolescentes que concurren en busca de la terminalidad de ese nivel y de un espacio de contención que no encontraban durante el día.

Muchos de ellos, luego de haber atravesado diversas experiencias de fracaso escolar, frustración o expulsiones, se acercan a este lugar alentados por el “boca a boca”, que da cuenta de una escuela que ofrece “una nueva oportunidad”.

En el mismo sitio, de lunes a viernes, a partir de las 18, funcionan dos escuelas de formación profesional dependientes del municipio (nº 5 y nº 10, de electrónica y administración, respectivamente) y cinco secciones anexas de la Escuela Secundaria de Jóvenes y Adultos nº 457, cuya sede principal funciona en el Colegio María Auxiliadora.

En conjunto, estas unidades educativas dar forma a un verdadero pulmón de formación cultural y humana para los jóvenes más desprotegidos de nuestra ciudad.

Sin embargo, de acuerdo a lo dispuesto en una denuncia por las autoridades de estos establecimientos, una resolución de la provincia impide la inscripción para el corriente ciclo a aquellos menores de 18 años que poseen el título de la primaria y que han abandonado la escuela en los primeros años de la secundaria.

“Esta situación – pronunciaron – abre una profunda herida en el trayecto educativo de cientos de jóvenes, que se frustran en lo que puede ser, incluso, su última oportunidad”.

Y completaron: “es muy triste ver a los padres y madres que se retiran con lágrimas en los ojos porque saben que sus chicos no pueden volver a cursar durante la mañana”.

En el mismo sentido, uno de los miembros del equipo de gestión educativa de la Obra Salesiana, Facundo Barrionuevo, expresó: “por una normativa que no llegamos a comprender, tenemos que dejar sin contención social a estos adolescentes, que, ya de por sí, sufren una situación de vulnerabilidad social”.

En tanto, al concluir, aclaró: “la norma es coherente con los discursos de inclusión educativa pero adolece de soluciones para el mientras tanto. Por ende, hay un vacío que reclama una urgente solución, ya que en pocos días comienzan las clases”.