En el lado reformista, Luis Antonio Tagle es uno de los personajes que llega como favorito al cónclave, al menos para el mundo exterior. Nacido en Filipinas, es conocido como el "Francisco asiático" por su similitud con la forma del argentino de practicar su fe a través de la justicia social.
Con 67 años, Tagle tiene a su favor su edad -menor que la de otros de los papables-, pero también cuenta con un largo historial de experiencias pastorales y académicas, con un doctorado eclesiástico y decenas de obispados y arzobispados alrededor del mundo.
Otra de sus cartas fuertes es su experiencia en el ámbito administrativo, aunque también podría ser una de sus mayores debilidades
Desde 2015 fue el dirigente de Caritas Internacional, una organización de la Iglesia para la asistencia, desarrollo y servicio social. Sin embargo, fue destituido en 2022 junto con toda la cúpula directiva de Caritas, tras una auditoría externa que reveló problemas de gestión y mal clima laboral.
En Europa, también hay una serie de cardenales que cumplen con creces un perfil diplomático, pragmático y pastoral, que podría ser deseado dentro del ala más progresista del cónclave.
Uno de ellos es el cardenal Jean-Claude Hollerich, de Luxemburgo, quien ha sido presidente de los obispos de la Unión Europea, lo que lo convierte en una de las voces de peso dentro del Viejo Continente.
Hollerich, de 66 años, se ha mostrado a favor de diversas luchas afines con el legado de Francisco: está a favor del diaconado femenino, la bendición de parejas homosexuales, la flexibilización del celibato para sacerdotes y la lucha contra la crisis climática.
La experiencia diplomática le otorga a Hollerich herramientas para continuar con los esfuerzos en el diálogo interreligioso y la apertura social del Vaticano que se impusieron durante el pontificado de Francisco.
Pero si los perfiles diplomáticos son privilegiados dentro del cónclave, los italianos Pietro Parolin y Matteo Zuppi son quizás las figuras con más posibilidades de liderar la Iglesia católica.
Parolin, de 70 años, ha sido parte del servicio diplomático del Vaticano desde 1986, trabajando en países como Nigeria, Venezuela y México a lo largo de su carrera.
En 2013, Parolin fue nombrado como secretario de Estado en la Santa Sede, siendo un actor clave en la arena más política de la iglesia. Además, tuvo un rol esencial en la consecución de los acuerdos entre el Vaticano y China.
Por su parte, Zuppi representa un perfil, aunque diplomático, más apegado a la figura de Francisco, especialmente en su preocupación por las personas migrantes y los refugiados en el planeta. Con 69 años, el cardenal ha defendido frontalmente a la comunidad migrante dentro de Italia, protagonizando confrontaciones graves con la derecha política del país.
Zuppi, conocido como el “Francisco italiano”, también es un duro crítico del "liberalismo desbocado", concordando con muchos de los señalamientos económicos y sociales del argentino.
En esa misma sintonía con los postulados de Francisco también destaca el cardenal Peter Turkson, quien ha alcanzado grandes logros en la iglesia, lo que lo convierte en un posible candidato a ser el primer papa del África subsahariana. El religioso, proveniente de Ghana, combina una larga trayectoria pastoral atendiendo a congregaciones en su país con experiencia práctica al frente de varios departamentos del Vaticano, además de destacarse por sus sólidas habilidades comunicativas.
Y, asimismo, se incluye en la baraja al cardenal estadounidense Joseph Tobin, de 72 años. Aunque expertos en el Vaticano ven poco probable se elija al primer papa estadounidense de la historia, si lo hiciciera Tobin parece el más opcionado.
Tobin es el mayor de trece hermanos y ha reconocido ser un alcohólico en recuperación. Es conocido por su actitud de apertura hacia las personas LGBTIQ+ y al respecto escribió en 2017: “en demasiadas partes de nuestra Iglesia, las personas LGBTIQ+ se han sentido no bienvenidas, excluidas e incluso avergonzadas”.
Aunque el cónclave tiene un especial tinte reformista, marcado por los nombramientos de Bergoglio, los defensores de una iglesia más conservadora también tienen participación y posibilidades en este proceso.
Robert Sarah, de Guinea, y Péter Erdö, de Hungría, son las cartas fuertes del ala conservadora del cónclave.
Sarah encarna una de las heridas más profundas en el catolicismo mundial en los últimos años: la persecución religiosa, siendo una de las voces con más influencia dentro del continente africano. Sin embargo, no ha sido tímido en expresar su desacuerdo con los pilares del papado de Francisco, rechazando medidas como la bendición a parejas homosexuales.
De su lado, Erdö representa la línea más tradicional de la Iglesia europea, aunque también mostró pragmatismo en su forma de relacionarse con Francisco durante su mandato. Rechaza el aborto, el matrimonio homosexual y el celibato opcional a los sacerdotes, además de tener una postura más conservadora sobre la migración, defendiendo el derecho de los Estados europeos ha negar el acceso irrestricto a refugiados.
El cónclave papal ha estado caracterizado por su imprevisibilidad, debido al desconocimiento real de las conversaciones y las tendencias de voto dentro del Vaticano. En 2013, el nombre de Jorge Bergoglio era prácticamente desconocido para el mundo y no aparecía entre los favoritos al momento de iniciar el cónclave.
Los acontecimientos que ocurran a puertas cerradas dentro de la Capilla Sixtina en los días de cónclave serán los que definan al nuevo papa, junto con sus tendencias ideológicas y su visión de la Iglesia.
