“Las vacaciones de invierno dejaron un panorama desolador para el sector turístico, ya que la ocupación hotelera en algunos puntos del país no llegó al 50%, y la situación se agrava por la disminución del turismo interno y la fuga de turistas argentinos hacia destinos internacionales más económicos debido a la apreciación cambiaria”, afirmó, a Cazador de Noticias, el delegado local del Instituto de Previsión Social (IPS) en Mar del Plata-Batán, Edgardo Díaz, quien acompañó en un viaje por el norte argentino a un grupo de jubilados marplatenses.
Acto seguido, comentó que “estuvimos en Termas de Río Hondo, donde a la diez u once de la noche las calles ya estaban totalmente vacías, en el hotel donde nos alojamos solamente había cubierto el 50% de las plazas y al recorrer la ciudad podía verse una gran cantidad de negocios vacíos. Hubo alguna excepción cuando fuimos a Simoca en Tucumán y recorrimos la feria, donde había casi 500 puestos, y ahí ves cómo la gente busca precios y cómo se volcaba en estos puestos de venta de ropa o de algunos productos regionales, por la cuestión de los valores”.
Refirió, además, que “en Tucumán, pudimos observar una circulación turística limitada en el microcentro. Aunque hubo un flujo de visitantes, no fue tan intenso como se esperaba, y se notó una menor afluencia de turistas en comparación con otros años o con lo que se podría considerar un pico turístico para la zona. Y cuando fuimos a la Fiesta Nacional del Poncho en Catamarca, también era lamento de las personas que atienden los stands por la poca presencia de turistas, más allá de que los valores eran bastante excesivos y eso, también, hay que tenerlo en cuenta. O sea, no solamente la poca cantidad de gente y el poco consumo, sino también los valores que algunos puestos manejan para la media de la persona que puede llegar a viajar constituyen un factor más de la preocupante situación por la que atraviesa el sector turístico, a la que se suma la fuga de turistas argentinos hacia países limítrofes más económicos como Brasil, Chile y Paraguay”.
Consultado sobre el estado de las rutas nacionales que recorrieron durante el periplo, categóricamente manifestó que “las vi totalmente destruidas, conversando con los choferes que nos llevaban, me comentaban la decadencia en la que cayeron las rutas en estos últimos años; íbamos constantemente esquivando pozos, incluso algunos semejaban cráteres, por lo que forzosamente había tramos que sólo se podían recorrer a paso de hombre para evitarlos”.
“Uno nota en estos viajes que estamos realizando desde hace años con contingentes de jubilados, como la infraestructura de nuestras rutas nacionales viene cayendo y deteriorando de tal manera que hacen muy peligroso el transitar. No están dadas las condiciones de las rutas como para mantener una marcha de 90 kilómetros durante un largo recorrido porque realmente te encontrás con cráteres, pozos y falta de mantenimiento”, concluyó.
