El ex presidente brasileño Jair Bolsonaro fue condenado este jueves a 27 años y tres meses de prisión por liderar un intento de golpe de Estado, según decidió el Supremo Tribunal Federal (STF).
Aunque tenía previsto dictar las penas en una sesión reservada para este viernes, la Primera Sala decidió pasar inmediatamente a la fase de sentencia una vez que concluyó la audiencia en que, por cuatro votos a uno, declaró la culpabilidad de Bolsonaro y otros siete reos, entre ellos ex ministros y antiguos jefes militares.
Es la primera vez en la historia de Brasil que un ex presidente es condenado por intentar un golpe de Estado.
“La fiscalía demostró fehacientemente que el grupo liderado por Jair Messias Bolsonaro, compuesto por figuras clave del gobierno, las Fuerzas Armadas y los organismos de inteligencia, desarrolló e implementó un plan progresivo y sistemático de ataque a las instituciones democráticas con el fin de perjudicar la alternancia legítima del poder en las elecciones de 2022 y socavar el libre ejercicio de los demás poderes constitucionales, especialmente el judicial”, argumentó Carmen Lúcia, la única mujer entre los miembros del STF.
Bolsonaro, de 70 años, fue juzgado por una sala del STF, que tiene 11 miembros. La sala, compuesta por cinco integrantes del STF, incluye al súper juez Alexandre de Moraes, Luis Fux y Cristiano Zanin. De Moraes fue nominado al STF por el gobierno del conservador Michel Temer, en tanto que Zanin, nominado por Lula, fue el abogado del actual presidente durante el proceso que lo llevó a prisión en 2018, para ser liberado 581 días después ante la decisión del STF de declarar incompetente al juez que lo juzgó.
Zanin fue el último en votar a favor a favor de la condena a Bolsonaro y los otros siete procesados. Finalmente la pena impuesta es de 27 años y tres meses de prisión, pero la condena máxima para los cargos probados, con el agravante del papel de liderazgo atribuido a Bolsonaro, podría haber alcanzado los 43 años de prisión.
En el proceso, el ex presidente fue acusado de intento de abolición violenta del Estado democrático de derecho, golpe de Estado, daños calificados por violencia y amenaza grave contra el patrimonio de la nación, con perjuicios considerables para la víctima, deterioro de patrimonio protegido y organización criminal.
El ex presidente está actualmente en prisión preventiva domiciliaria, y siguió la decisión del STF desde su casa. Su defensa pedirá la prisión domiciliaria, anticipó Paulo Bueno, abogado de Bolsonaro.
“El presidente Bolsonaro se encuentra en una situación de salud muy delicada”, argumentó el letrado.
Pese a la condena, la defensa de Bolsonaro no perdió aún todas las esperanzas. Los abogados se aferran al voto en contra de Fux, emitido el jueves en una argumentación récord de la historia del STF, ya que se extendió por 13 horas.
"Sin duda, esto allana el camino para las acciones ante los tribunales internacionales”, señaló Bueno.
La condena a Bolsonaro llega en el contexto de una creciente presión de sus aliados para que se apruebe una amnistía en el Congreso. Bolsonaro ya estaba inhabilitado políticamente hasta 2030, toda una complicación para la derecha brasileña, que debe definir a su candidato para las presidenciales de 2026.
Los miembros del STF se han posicionado en contra de ese indulto y a favor del castigo de los acusados condenados, pero el asunto crece en la recta final hacia las elecciones que se celebrarán en octubre de 2026, y a las que Lula todo indica que se presentará, al borde de cumplir 81 años.
La condena a Bolsonaro tiene también un aspecto que excede a Brasil y repercute en la Casa Blanca: el presidente estadounidense, Donald Trump, pidió en julio por carta a Lula que cese la que denominó como “caza de brujas” contra Bolsonaro, y basó en parte en ello su decisión de aplicar aranceles de castigo del 50 por ciento a las exportaciones brasileñas a los Estados Unidos.
La reacción de Washington, donde uno de los hijos de Bolsonaro, el diputado Eduardo Bolsonaro, hace lobby en contra del gobierno de izquierdas de Lula, es esperada con expectación en Brasilia.
El instructor del proceso contra Bolsonaro es De Moraes, sancionado por el gobierno de Trump, al igual que otros jueces y altos cargos del gobierno. Según “Folha de Sao Paulo”, esto hace más difícil que Bolsonaro obtenga la prisión domiciliaria. En caso de que se decida que vaya a una prisión común, hay varias alternativas.
“El destino de Bolsonaro tras la condena sigue siendo un misterio, ya que De Moraes aún no ha revelado cuál será su decisión. El ex presidente tiene pánico a ser enviado al Complejo Penitenciario de Papuda [en el área de Brasilia]. Dice temer sufrir malos tratos por parte de otros reclusos, aunque permanezca en un espacio aislado, y no tener acceso a una buena atención médica”.
