Por Jorge Núñez
Poeta y periodista. Ex Coordinador del Consejo Municipal de Cultura de Gral. Pueyrredon
Hablar del turismo, la pesca, el cordón frutihortícola, los pulloveres y alfajores de Mar del Plata como matriz productiva, parece una verdad de Perogrullo. Pero hay otras industrias que también producen y tienen incidencia en el Producto Bruto Geográfico de General Pueyrredon, como por ejemplo la Cultura. Determinar con precisión el volumen de cada sector es fundamental para elaborar políticas acordes a las características particulares y condiciones generales del municipio.
A principios de este siglo (en 2001) el “gurú” de la innovación John Howkins acuñó el concepto de Economía Creativa, que abarca la industria cultural y la economía del conocimiento. Su libro “La Economía Creativa: cómo las personas hacen dinero de las ideas” (2006), se convirtió en una referencia para estudiar los procesos y nuevos modelos productivos. Para Howkins se trata de “una economía o sociedad en la que la gente se preocupa y reflexiona sobre su capacidad de generar ideas, en la que no se limita a ir a la oficina de 9 a 5 para hacer un trabajo rutinario y repetitivo, como se lleva haciendo desde hace años, ya sea en el campo o en las fábricas. Es una economía en la que la gente, allá donde se encuentre, hablando con los amigos, tomando una copa, al despertarse a las cuatro de la mañana, piensa que puede tener una idea que funcione de verdad, y no sólo una idea por el mero placer esotérico, antes bien, el motor de su carrera, condición e identidad”.
Siguiendo esa línea de pensamiento, en 2013 el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), publicó “La Economía Naranja. Una oportunidad infinita”, que es -según su propia definición- “una riqueza enorme basada en el talento, la propiedad intelectual, la conectividad y por supuesto, la herencia cultural de nuestra región”.
Arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda, música, publicidad, software, TV y radio, videojuegos, son algunos de los sectores que forman parte de la Economía Naranja. Bienes y servicios que se generan en infinidad de fábricas sin chimeneas, y que llegan a sus destinatarios de manera individualizada o masiva.
En Argentina existe el Sistema de Información Cultural (Sinca) y la Cuenta Satélite de Cultura (CSC) que “surge como respuesta a la necesidad de “medir la cultura” y como reconocimiento de la contribución del sector al desarrollo del país. En el marco de los Sistemas de Cuentas Nacionales, la CSC produce análisis macroeconómicos de la actividad cultural en su conjunto, como el PIB cultural, el empleo y comercio exterior cultural, el gasto de gobierno en cultura, etc., de acuerdo con el marco metodológico establecido por el Convenio Andrés Bello, organismo internacional que estandariza la medición económica de la cultura en Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, España, México, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela. Muchos de los análisis de la CSC se compilan en “Coyuntura Cultural”, una publicación cuatrimestral que informa sobre la evolución de variables económicas referidas a las actividades culturales”.
Y en Mar del Plata, a través del Expediente 3505/2010, el Consejo Municipal de Cultura de General Pueyrredon con la asistencia técnica del Centro de Información Estratégica Municipal inició la elaboración del Proyecto de Medición que en su primera etapa prevé la identificación de los sectores relacionados con la actividad cultural – según el Clasificador de Actividades Económicas (CLANAE) – a la par de una convocatoria al Censo Cultural para las ciudades de Mar del Plata y Batán.
Artistas, agentes y gestores culturales, espacios y salas, comunidades locales e instituciones esperan y merecen reconocimiento por sus acciones.
“No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento” (Honoré de Balzac).
Aclaración: La opinión vertida en este espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.
