Por Alejandro Martínez
Partido Obrero de Mar del Plata- Batán
La ley ómnibus del gobierno de Milei se destaca por arremeter contra todas “las regulaciones”, incluso algunas que con enormes luchas ha podido incorporar la clase obrera como un límite a la explotación. Esto no es más que una línea absolutamente reaccionaria, no tiene nada de nueva y está en las antípodas de ser revolucionarias.
Muchas patronales se han adelantado a apoyar entusiastamente, sobre todo por la reforma laboral y previsional que imponen el DNU y la ley ómnibus.
En el caso de la pesca, el proyecto de ley arrasa con la ley de la actividad y de rebote con la Zona Económica Exclusiva que ha sido el marco con el cual un sector de la burguesía nacional ha “alambrado” la riqueza pesquera y extrae una renta que llega a los 2.000 millones de dólares en exportaciones en los últimos años. Pero, hoy se le han activado todas las alarmas. Y en todo el litoral marítimo que involucra a 6 provincias, una docena de puertos y a unos 80.000 trabajadores.
Distintos directivos de cámaras empresarias, los gremios y observadores de la actividad han expresado su preocupación por la posibilidad de que la ley ómnibus de Milei sea la puerta para que ingresen jugadores ajenos a la actividad como fondos o inversores, sean extranjeros o incluso nacionales, y desechen toda la infraestructura, el capital instalado y al personal que han constituido durante casi 100 años.
Hasta ahora la gestión privada, capitalista, se ha desarrollado no sin grandes convulsiones y grandes luchas de su clase obrera.
Las patronales han moldeado, con la colaboración de todos los gobiernos, la actividad a sus necesidades: desde la colocación de funcionarios afines en las secretarías nacionales y provinciales, y por consiguiente en el Consejo Federal Pesquero, la “sociedad” con las burocracias sindicales y la Prefectura, el condicionamiento o limitación de la actividad del Inidep (Instituto de Investigación Pesquera) y hasta la gestión de los puertos donde los Consorcios administradores están bajo su control.
Este control de los capitalistas es tan férreo que persiste una modalidad depredadora irracional que descarta-desperdicia unas 100.000 toneladas de pescado al año por pesca incidental o de especies que tienen menor valor comercial, por no usar artes de pesca selectiva, etc.
Y, por otro lado, fue necesaria una tenaz lucha de familiares de trabajadores víctimas de naufragios (NingunHundimientoMas) para que se comenzara una renovación de una flota casi por completo obsoleta y la aplicación de mayores controles y medidas de seguridad en los barcos.
La Ley Federal de Pesca formalizó y consolidó el capital de esta burguesía nacional al cederle la propiedad del recurso pesquero a través de las cuotas transferibles de pesca.
La injerencia del capital extranjero se da en algunas que se asociaron a capitales españoles, desde donde también importan barcos y en una creciente influencia de los chinos que fueron quedándose con instalaciones de fábricas quebradas o comprando otras para así calificar para acceder a cuotas propias.
Las cámaras empresarias hoy, “muy preocupadas”, han obviado los jugosos dividendos de la megadevaluación y el atractivo que representa la flexibilidad laboral que impone el DNU de Milei, y que aplaude todo el resto de las patronales, porque en buena medida ya están impuestas en la mayoría de los gremios a través de diversos mecanismos o porque son inocuas. El trabajo a destajo y por pieza-peso, discontinuo, etc., ya está instaurado. El 90% de la actividad paga el salario en negro, o en gris, en el mejor de los casos. El colmo de esta situación se ve en el gremio del procesamiento en tierra de Mar del Plata, el Soip, donde de 10.000 obreros, 8.000 están en negro. De los 2.000 restantes 1.500 están encuadrados en convenios pyme que ya, desde su homologación en el gobierno de Néstor Kirchner en 2007, redujo indemnizaciones, alargó los periodos de prueba, rebajó los básicos al nivel del salario mínimo, vital y móvil -eliminando la Garantía Horaria-, introdujo el banco de horas, etc.
Este proceso se vio reforzado por una pérdida de la predominancia del procesamiento del pescado fresco, principalmente de la merluza, que requiere una mayor cantidad y calidad de mano de obra, en favor del langostino, que requiere menor procesamiento y tiene un mayor valor por tonelada.
Donde las patronales de la pesca ven una seria amenaza es en que otros inversores y especuladores compitan por las cuotas de pesca sin necesidad de cumplir algunas condiciones que la ley hoy les reclama: acreditar una historia en la actividad, tener instalaciones en tierra y/o barcos destinados a la actividad y una norma históricamente violada con la complicidad estatal, que es la de acreditar la totalidad de mano de obra en blanco.
Una curiosidad: la burocracia sindical que promueve la actividad petrolera offshore, en un 95% extranjera, con la expectativa de convertir a Mar del Plata en una Dubai, ahora está aterrada por no terminar volviendo a la Villa de Paso, por una invasión capitalista que arrase la actividad de la pesca.
¡Abajo la ley ómnibus de Milei!
La incorporación de capitalistas “nuevos” es una seria amenaza a los puestos de trabajo de embarcados y en tierra. Así lo han alertado los sindicatos debido a la posibilidad del desplazamiento del personal embarcado, que hoy debe ser mayoritariamente argentino y encuadrado en los convenios nacionales, o en tierra si la materia prima se comercializa sin pasar por el procesamiento respectivo.
Nuestro objetivo de una estatización de la industria y su funcionamiento bajo control obrero requiere hoy de una lucha para derrotar la ley ómnibus y el DNU. Por eso promovemos un amplio frente de lucha para impedir que se aplique, para que se derogue o se declare inconstitucional.
Impulsamos todo movimiento que tenga ese objetivo, además hay que poner en estado de asamblea todos y cada uno de los lugares de trabajo, votar medidas, preparar un gran paro el 24 y promover la continuidad de un plan de lucha que incluya un gran “barcazo” a Buenos Aires. La ley ómnibus de Milei no debe pasar.
Aclaración: La opinión vertida en este espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.