Por Kamel Gómez El Cheij
Presidente de la Unión Árabe
Primer reto público: Trump le exige a Netanyahu que deje de enviar aviones para bombardear a Irán. Así terminó la guerra –por el momento- entre Irán e Israel y EE.UU. Segunda humillación: Trump obliga a Netanyahu a llamar al Emir de Qatar, para pedirle disculpas por el bombardeo a Doha. Error de cálculo. El deportador de Trump al lado, observando.
La imagen del primer ministro israelí obedeciendo recorrió el mundo. No alcanzó su pedido de nominación al presidente de EE.UU. al Premio Nobel de la Paz. Quizás con algunos cargamentos de armas más que envíe a Israel, se lo entreguen ellos mismos. Pero el año que viene, porque este año fue para el presidente más sionista del planeta: Milei, con un palo verde de regalo que nadie sabe hasta la fecha donde está. De anarcocapitalistas a narcosionistas, así son las cosas en Argentina.
La masacre no termina. Gaza ha clavado una estaca en el corazón de Occidente. Y la sangre de los niños, de los civiles, tiñe a la humanidad. Palestina es la causa global más importante. Al dolor de Gaza, a sus terribles imágenes grabadas en la retina, también se le suman los nombres de los criminales. Hay genocidio en curso, y el Estado de Israel es el responsable. La naturaleza fascista del proyecto sionista, mezclado de mesianismo supremacista judío, ya no tiene vuelta atrás. Otro error de cálculo de Netanyahu.
Lo cierto es que el primer error –el bombardeo a Qatar- provocó un giro inesperado por parte de EE.UU. Israel atacó unilateralmente el suelo de un aliado fundamental para Trump, que además intentaba lograr un acuerdo para poner fin al exterminio. Qatar aprovechó el suceso, y con varios países árabes e islámicos, contraatacó diplomáticamente. Con Egipto, Turquía y hasta Paquistán, entre otros países, acercó varios puntos solicitados para poner fin al genocidio.
El acuerdo de varios puntos que la Casa Blanca dio a conocer, deriva directamente de la diplomacia qatarí y sus aliados. Por eso el rápido comunicado de varios países islámicos dando el visto bueno, y la ya negociación que se lleva a cabo en Egipto. Hamas, el movimiento de resistencia islámico, ha aceptado grosso modo los puntos. Parar el genocidio es lo más importante. Todavía hay bombas cayendo contra Gaza, arruinada en un 80 por ciento en toda su infraestructura. Pero el camino es largo, y la desconfianza es mucha. EE.UU. es parte del conflicto con su incondicional apoyo a Israel.
¿Qué se espera del acuerdo? El fin del control político de la Franja de Gaza por parte de Hamas, y establecimiento de un gobierno tecnócrata liderado por Tony Blair. El intercambio de prisioneros por ambas partes. Hay un pedido de desarme licuado, que ya ha sido rechazado por todas las facciones de la resistencia palestina. Se espera el ingreso de ayuda humanitaria que termine con la desnutrición y el hambre impuesta por Israel. Tal ayuda no tendrá de intermediario al gobierno sionista, será responsabilidad de la ONU y la Media Luna Roja.
Israel no ha logrado en dos años de guerra de exterminio ninguno de sus objetivos: no recuperó a los rehenes, no destruyó a Hamas, ni tampoco logró su objetivo mayor: la transferencia de más de dos millones de palestinos a otro territorio. Incluso festejaban proyectos inmobiliarios diseñados para cuando se echaran a los palestinos. De hecho, entre los puntos establecidos, se explicita que Israel no podrá ni ocupar ni anexionar Gaza (ya antes Trump había declarado lo mismo para Cisjordania). Pero hay más, se menciona la posibilidad de establecerse una Fuerza Internacional de Estabilización, es decir, tropas árabes y musulmanas custodiando Gaza de cualquier intento desestabilizador por parte de Israel.
Todavía hay mucho por negociar. El camino palestino de la resistencia ha conmovido al mundo. Y la dignidad del pueblo palestino no deja de asombrarnos. Sin dejar de mencionar también, que este pueblo y su resistencia han demostrado el fin del mito de un Israel invencible en lo militar.
Si la guerra de exterminio sionista se termina, el actual gobierno de Israel tendrá varios frentes. Por un lado, el internacional, con órdenes de capturas por los crímenes cometidos, desde el Primer Ministro hasta soldados que han participado del genocidio. Hay pocos países en el mundo dispuesto a recibir al Primer Ministro israelí. También se suma el creciente aislamiento internacional, la imagen global de repudio, y el fin de la carta del antisemitismo (siempre repudiable, por supuesto) como utilización política para justificar las masacres sionistas. Desde el frente interno, Israel tiene una economía golpeada, entre el aislamiento internacional antes mencionado y las pérdidas económicas para sostener el genocidio, además del frente político: por un lado, una minoría presente en las calles que siempre pidió una solución negociadora con Hamas, y por otro, el sector fundamentalista que ve a sus proyectos mesiánicos derrumbarse.
Antes del 7 de octubre, Israel vivía una inminente guerra civil (así eran las declaraciones de varios políticos y analistas israelíes) entre los sectores laicos y los religiosos. Todavía no hay solución a la vista, y esa interna, con la sangre de los palestinos todavía en las manos de ambos sectores, puede provocar serias consecuencias en la región.
Dos años han pasado de un conflicto ya centenario. A pesar de todo el apoyo occidental, de la ejecución de un planificado genocidio, la agresión sionista sigue siendo resistida. Y he aquí el principal triunfo del pueblo palestino: Existir es Resistir. Y la resistencia –respirando un islam revolucionario y místico como fundamento- es el camino para la Liberación Nacional. Palestina es Resistencia. Y los ojos del mundo, ya se preguntan cómo ha sido posible que Palestina era…y sigue siendo.
Aclaración: La opinión vertida en este espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.
