Por Luis Gotte
La pequeña trinchera
Sin dudas, la figura de la Sra. María Estela Martínez de Perón-Isabelita- es de la más controvertida en la historia de nuestra subordinada Argentina.
Litros de tinta, kilómetros de papel, incalculables horas de discusiones y disputas, millones de bytes viajando hacia las fronteras de nuestra galaxia, son manipulados por el arma más formidable creada por la sagacidad y la astucia británica: la leyenda negra y sus algoritmos.
Luego del proceso emancipatorio de los Virreinatos de la América Hispana surgen una veintena de paisitos, que para 1850 se encontrarán endeudados con la banca londinense.
La política externa del Gobernador Bonaerense, Juan Manuel de Rosas, nos alejó de la influencia de la diplomacia británica. Un raro privilegio para el resto de los pueblos. La Confederación Argentina resiste, hasta la llegada de Mitre al poder.
Al cumplirse los primeros cien años de historia emancipada de España, nuestras patriecitas existen desoberanizadas y nuestros pueblos empobrecidos.
El oro y la plata se van para Europa en cantidades superiores que lo llevado por nuestra Madre Patria en 300 años. Celman y Mitre son virreyes, Rosas un tirano.
También lo será Hipólito Yrigoyen por atreverse a fundar YPF junto al comunista Gral. Mosconi que, unido al padre de la siderurgia el Gral. Savio, serán los peores enemigos de la Corona Británica. La historia ha olvidado a estos Generales.
Mitre tiene su propio diario, portales de noticias, editoriales, universidades, fundaciones, intelectuales. Perón será el hecho maldito de la neocolonialidad europea.
Convirtió a la Argentina en una Patria con desarrollo tecnológico. Soberana, independiente y libre. Una Comunidad Organizada con una Constitución nacional justa, libre y caritativa.
Donde el capital se desarrolla desde la realización del ser humano, y éste con la realización de la comunidad. En unidad con el Continentalismo.
El gran sueño argentino, el que creían nuestros abuelos y padres. Fieles creyentes de una argentina que proponía la colaboración social, y no la lucha de clase.
Sin embargo, no supimos vencer las artimañas británicas. Todo se derrumbó como en un castillo de naipes. Perón es derrocado y se va a un largo exilio.
Partirán a buscarlo, no por amor, por espanto al avance comunista en este inmenso caos que es la América Hispana.
Crisis que Washington y Londres son responsables. Sin embargo, pocos creen en la Comunidad Organizada, cada sector atiende su propio juego.
Leales y desleales. Patria y anti-patria. Buscan aislar a Perón, torcerle el brazo arrojándole el cuerpo de su más leal colaborador. El presidente argentino morirá al poco tiempo.
Asumirá Isabel. La primera mujer presidente de la Argentina. La última creyente de aquél gran proyecto nacional.
Es esa creencia que la fortalecerá en la soledad en que se encuentra, en una comunidad que se desgarra en fratricidio, como hace un siglo lo hicieron federales y centralistas.
La anti-patria cree llegado el momento de la argentina socialista. Otros buscan un nuevo Mitre para sepultar al justicialismo. Todos apelan a las Fuerzas Armadas. Mienten y engañan.
Destituyen a Isabel y la llevan detenida. Para ellos es una subespecie de esa despreciada raza llamada criollos, es por eso que su vida y su cuerpo no valen nada.
No existe palabra que describa los tormentos a que la someten. Pero una vez liberada no profirió crítica alguna, rechazó toda indemnización.
Caminó con hidalguía de mujer hispanoamericana, orgullosa y sublime en ser la última en creer y sostener aquel proyecto de una Argentina justa libre y soberana.
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