Por Jorge Núñez
Poeta y periodista. Ex Coordinador del Consejo Municipal de Cultura de Gral. Pueyrredon
En los últimos días venía escuchando en charlas informales, y ahora también lo dicen algunos medios de comunicación, que las propuestas del candidato a presidente de la ultraderecha son “inviables”. En medio de una campaña electoral delirante, nunca vista en Argentina, circulan discursos de odio que van desde lo bizarro a lo agraviante, atravesadas por frases tipo “hastag” que se clavan como una espina en el diálogo cotidiano.
Esa caracterización recurrente me llevó a buscar la definición precisa en el diccionario: “Inviable”, a. Que no puede ocurrir o ser realizado. b. (lugar) Que está en tan malas condiciones que resulta difícil o imposible recorrerlo o transitar por él.
Ya desde el caballito de batalla del discurso libertario, que es la dolarización, se denota la imposibilidad de llevarlo a la práctica, cuando el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación afirma que tal cosa en anticonstitucional. “¿Cuál es la moneda de un país? La que emite: puede ser peso o patacón o lo que sea. Si una dolarización elimina la moneda argentina es inconstitucional”, dijo Horacio Rosatti al diario español El País. Por supuesto que dinamitar el Banco Central tampoco es posible, o en todo caso será un delito tan desproporcionado como el mismísimo candidato aludido, que expresó muchas veces “Cuando hablo de quemar el Banco Central no es una metáfora, lo quiero dinamitar, pero esto es literal. Es decir, hacerlo implosionar y que queden todos los escombros”.
Sí, aún con todas las advertencias y esclarecimiento respecto a las consecuencias que podría acarrear a nuestra sociedad un gobierno de ese sesgo ideológico, fuese elegido como presidente, el resto de sus propuestas son una nube tóxica para la atmósfera social: cómo imaginarnos el arancelamiento de la educación, de la salud pública, la eliminación de subsidios y aumento exponencial de las tarifas en los servicios públicos, la quita de derechos laborales, el negacionismo del terrorismo de Estado, la entrega de las Islas Malvinas, la venta libre de armas, legalización del mercado de órganos humanos, la privatización de los recursos naturales, la vuelta de las AFJP, la persecución al feminismo y el ambientalismo y el kirchnerismo y el peronismo y el progresismo y el socialismo y etc., en un contexto de falta de apoyo en el Congreso de la Nación y en las legislaturas provinciales, con el corset de la deuda externa y el monitoreo constante del Fondo Monetario Internacional, y manifestaciones masivas en repudio a todo lo enumerado en este párrafo.
Si el presidenciable de historieta, despeinado a lo Gokú, reúne las esferas mágicas que le permitan alcanzar el objetivo, sus votantes creerán haber ganado el juego (una generación formada en los valores y estética de Dragon Ball, e intercomunicada por redes sociales de internet y teléfonos smart). Aunque la realidad diga que lo suyo es inviable, que no puede ocurrir o realizarse, que su camino es imposible recorrerlo o transitar por él.
“El poder viene en respuesta a una necesidad, no a un deseo. Tienes que crear esa necesidad”, Gokú ya está listo, ¿y tú?